miércoles, 14 de abril de 2010

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La próxima vez que sientas en tu cuerpo el temblor de mi orgasmo
Dególlame para no envejecer,
Que no me duela mucho,
Que te recuerde y me recuerdes.
La habitación es blanca plenamente iluminada con tres espejos.
Los jóvenes son tan vanidosos, dejan la luz encendida mientras se aman.
Sucios, entre pelos y sudor,
Vulgaridades, simples trivialidades.
Cuerpo de acero afrutado.
Sueños de acero galvanizado pero sólo sueños.
Poseen el aroma ácido de la inmadurez:
Yerbas, tabaco y sal de cianuro.
Qué rostros tan dulces,
La mirada reposa en sus néctares;
Todo lo ensucian con sus manitas llenas de sangre.

Él clava las uñas en las nalgas de ella
Que se desliza por el negro pubis de él.
En esa piel nada deja huellas.

-Éres una nube
Yo cabalgo sobre tu vaporosa existencia,
mis diez brazos se acarician.
Hembra es la activa fuerza del universo.


Gabriela Borunda
(El canto de las brujas)
Poeta Mexicana


Es curioso cómo me siento atraído por aquella poesía, desarticulada, libre, pasional y cruda. "La vida es así" responde una voz en mi cabeza. Béquer escribía de forma hermosa, pero siempre fué un romántico blanco. Sabines, Anaís, Gabriela, Eva, algunos legendarios, otros ocultos en las sombras destacando apenas por un megáfono, o un papel circulando por las calles. ¿y qué? todos hablan de las mismas pasiones, de la violencia del amor arrebatado, de la nostalgia de la inocencia perdida, de la soledad como compañera dulce e hipócrita. Poesía ácida, efervescente, espiral. Dolor exquisito.

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